Con el tiempo nos volvemos algo insensibles ante estas poderosas herramientas. Se nos hace costumbre ese poder. Ponemos más atención al tráfico que a al cielo. Comemos de prisa sin saborear el bocado. No disfrutamos el canto de los pájaros por estar viendo la tele.
¿Y las caricias? Nos dijo Facundo Cabral: “En la tierra hay mucho más amor que odio, lo que pasa es que una bomba hace más ruido que cien caricias”.
Basta con ver como se maravillan los ojos a un bebe, para volvernos a maravillar de nuestros sentidos.